ACTIVIDADES DE PRÁCTICAS DEL LENGUAJE- SEMANA DEL 27/04 AL 01/05
-"El tatú enamorado" narrado por la seño.
“EL TATÚ ENAMORADO” de Gustavo
Roldan
(Versión adaptada para narrar)
Cerquita
del Paraná las flores habían comenzado a crecer por todos lados, como crecen
las flores cerquita del Paraná.
El tatú estaba enamorado de la iguana, y andaba pensando cómo conquistarla. -¡Mi novio debe ser muy pero muy valiente! -decía la iguana, mientras paseaba coleteando de un lado para el otro.- ¡Sí señor, muy, pero muy valiente! Y aplastaba flores a coletazos, haciéndose la distraída ante las miradas apasionadas del tatú.
El
tatú se paraba en la punta de la cola y silbaba un chamamé, tratando de
llamar la atención.
Se ponía una flor en la oreja y daba vueltas carnero con gran habilidad. -¡Si yo me animara a pelearlo al tigre! -pensaba el tatú.- ¡Entonces sí que me miraría! Y los días pasaban y pasaban, porque ahí, cerquita del Paraná, los días siguen pasando aunque uno esté muy enamorado.
Hasta
que se le ocurrió una idea, y a galope tendido de tatú se fue hasta la laguna
donde vivían las ranas, y adonde iban a tomar agua todos los animales.
Y "bss bss bss", les explicó su idea a las ranas, que se entusiasmaron y dijeron que "sí-cómo-no-encantadas". El tatú se quedó espiando. escondido entre unas tacuaras.
El
mono llegó contento, dando esos saltos mortales que siempre terminaban justo
al borde del agua. Pero de la laguna salieron unos ruidos espantosos, como de
un hipopótamo enojado, y aunque el mono no sabía lo que era un hipopótamo
enojado, por las dudas, empezó a dar saltos mortales para atrás hasta
desaparecer.
Después
vino el zorro, tarareando una polca, pero antes de llegar escuchó los ruidos,
y haciéndose el indiferente dijo: - “Bah, me parece que no tengo sed”
El tigre llegó hasta el agua rugiendo como un tigre, pero los rugidos que salieron de la laguna eran más fuertes que el suyo, y se acordó que tenía una cita con un amigo, y era mejor que se fuera rápido. Todos los animales empezaron a tener sed a más no poder. Y la iguana también. Entonces el tatú, con paso compadre, fue hasta la laguna y tocó la flauta (que era la señal para que las ranas dejaran de hacer ruidos de hipopótamo enojado) y tranquilamente tomó el agua fresca. Después le hizo señas a la iguana para que se acercara, mientras se ponía en la oreja una flor de mburucuyá y preparaba otra para regalársela a la iguana.
Ni qué decir que la iguana y el tatú se pusieron de novios.
Y como el tatú sabía que la iguana lo andaba mirando de antes, aunque se hacía la tonta, le contó toda la historia. Y ahí, cerquita del Paraná, mientras el tatú y la iguana paseaban bajo los árboles cada vez más verdes, riéndose juntos del hipopótamo enojado, las flores seguían creciendo como crecen las flores cerquita del Paraná. |
Hasta que se le ocurrió una idea, y a galope tendido de tatú….
ACTIVIDAD
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